Alejandro Flores

24.9.08

Carmen Boullosa: Literatura es interiorización, no evasión

Presenta La virgen y el violín






Carmen Boullosa habla con la seguridad de una poeta que recién ha bajado del Parnaso, dueña de una personalidad avasalladora que te devora o conmueve al primer descuido, una mujer para quien literatura y vida son una misma cosa, una escritora que no aspira a construir verdades: cuenta historias complejas que no son para evadirse de la realidad.


“Los escritores somos animales literarios. Así como necesitamos comer y respirar, yo necesito escribir, pues para mí la vida es eso: escribir y contar historias, pues es la única manera que yo conozco para entender lo que me rodea”.


Si bien uno no entiende nada, escribir novelas es una confesión que exige un acto de humildad muy grande por parte del escritor, pues finalmente no es “capaz de dar una repuesta clara a las grandes interrogantes de la vida”.


“Yo les voy a dar es esta historia y a través de ella ustedes se van a intrigar como yo me intrigué por la complejidad de este asunto, o del ser humano, o de la mujer, o del perro”. Pero el novelista no juega el papel del filósofo o el científico que construye verdades, el novelista es un surtidor de preguntas al por mayor, y también tiene los ojos puestos hacia adentro.


Boullosa obtuvo esta semana el prestigioso Premio Café Gijón por su novela El complot de los románticos, y el día de ayer platicamos con ella con motivo de la presentación de su novela La virgen y el violín (Siruela, 2007), una “novela galopante”.


Es una novela que “tiene un ritmo casi equino: de pronto corre, luego se detiene porque necesita tomar aire o agua”. Es una novela que “va galopando, corriendo y se detiene frente a una pintura que a su vez la vuelve a aventar”.


“Mis obsesiones están muy presentes en la novela, las relaciones intrafamiliares, las cosas que son difíciles de explicar, de atracción entre una persona y la otra, las obsesiones del cuerpo, la música, etc. Los animales literarios también estamos llenos de vicios”.


La protagonista de la novela es Sofonisba Anguissola, la primera pintora renacentista, nacida en 1532 en Lombardia (Cremona), cuna de los primeros stradivarius. Lo que a Boullosa intrigó de Anguissola fue su conquista de privacidad, derecho a la sensualidad y la expresión melancólica de su rostro.


“En la vida de Sofonisba Anguisola existen fragmentos de aventura. Pero no es precisamente la vida de un aventurero, un descubridor, un viajero, sino de una pintora que lo que hace es pasar muchas horas frente a un caballete precisamente pintando”.


La Europa que aparece en las pinturas de Sofonisba y en esta novela es una Europa en la que hay un enorme tránsito de gente por motivos comerciales, una Europa múltiple. Conviven el mundo de la pintura renacentista y el mundo de los artesanos de instrumentos musicales.


En “ese mundo es donde aparece la gente que viene de los lugares exóticos y que trae consigo el carey o la tecnología necesaria para hacer las cuerdas, el tipo de barniz, madera, y todos estos elementos físicos” que conformarán los violines más perfectos creados por el hombre.


El complot de los románticos, ganadora del Premio Café Gijón

El complot de los románticos es una novela hablada, que nos platica. Es una novela que empieza en nuestros días pero que también hace un cruce en el tiempo. La mayoría de los personajes ya están ya muertos: son habitantes del Parnaso, los escritores consagrados que encarnan una vez al año en la tierra para pasarla bien, y otorgar un premio literario”.


La ciudad de México es mi ciudad.

Aunque vivo en Nueva York. Me fui para allá en el 2001. Siempre estuve aquí, vengo cada rato. El miedo no es mi compañero.


Yo nací en una ciudad de México que ya no está. Lo que extraño ya no existe. La ciudad de México de mi vida, ya no está. Mi ciudad de infancia, una ciudad de México donde habitaban tres millones de habitantes, que era una ciudad muy vivible, donde había glorietas, puentes, los camellones estaban repletos de flores, era una ciudad bellísima, allá por fines de los cincuentas.


La ciudad cambió radicalmente con la creación de los ejes viales que partieron los barrios por la mitad, trazos que no respetaban el orden “natural” de la ciudad sino que cruzaban, dividiendo, un sólo barrio en dos.


La ciudad cuando ya quedó terminada, la ciudad ya era otra cosa. El coche tenía la prioridad. Ya no salías a hacer tus deberes en tu propio barrio. Necesitabas tomar el coche, ir a otro sitio, tomar el pesero, tomar el metro. Ya no era la ciudad a la medida del hombre, ya era otra cosa, la macrópolis, donde pequeñas islas se agrupan para hacer una ciudad del tamaño de la ciudad de México.


Recuerdo que Octavio paz era muy generoso con los jóvenes, le gustaba mucho conversar. Cuando yo comencé a vivir con Alejandro Aura no le gustó nada la idea y me dejó de hablar. Aura era del otro lado, qué hacía yo con él.


Pero bueno, luego me perdonó “mi pecado”. Para mí es una figura tutelar, no la principal, la principal fue Tomás Segovia.


A México lo veo mal. Pero también al mundo. Pero no entiendo. A partir de la caída del PRI y el fortalecimiento de las batallas campales del narco no entiendo bien lo que pasa en México.


El siglo XXI ha arrancado mal, pero tiene mucho por delante para componerse. La literatura es una forma de tratar de entender y de vivir con intensidad y plenitud, para los privilegiados que sabemos leer y escribir.


La literatura es crítica, homenaje a la realidad, es un surtidor de preguntas, de conciencia.


Yo creo que alguien que es un lector es alguien que sabe defender mejor sus propios derechos y los de quienes están cerca de él. Y quien sabe que cada vida humana es algo invaluable, creo honestamente que es la mejor manera de vivir, y que eso hace un mundo mejor.


Un escritor no puede serlo si no es un lector, porque al escribir entabla un diálogo perpetuo con los otros libros.


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