Alejandro Flores

30.11.08

2 años en Calderas


Comentario al artículo "De 100 en 100" de René Delgado, publicado en el diario Reforma el sábado 29 de noviembre del 2008.


Calderón cumplirá el lunes dos años en el poder, y como dice el analista René Delgado, lleva ya "un tercio del mandato, sin acabar de constituirse en gobierno. Si los 100 primeros días de la administración fueron difíciles, los 100 últimos resultaron aun más complejos."


"Dos años se fueron, precisamente aquellos donde la administración debería asentarse como gobierno, plantear su perfil y horizonte, consolidar el equipo de trabajo y, entonces, pasar a desplegar su energía." Bueno en dado caso que la pudiera hallar.


Dos años y pocos planes aterrizados, nula conciliación interpartidario y una sociedad, si bien un poco menos dividida, sí atemorizada, te pueden caer aviones en la cabeza o alcanzarte un bala perdida en una primaria. Pero se consolida un gobierno de tramoya que da atole con el dedo su sociedad, un gobierno que ignora la historia y la suya propia. ¿Alguien se acuerda del presidente del empleo? Cuál empleo, si de los 700,000 empleos anuales prometidos en su campaña electoral, sólo ha logrado alcanzar un promedio de 200,000.


Dos comisionados de los festejos del Bicentenario, tres secretatrios de Gobernación, más de 8,000 muertos por el combate al narcotráfico. Cifras que podrían parecer sin importancia si nos avocáramos a los índices de competitividad, seguridad, credibilidad, legitimidad, educación, etc.



Dice el mismo articuliosta "Pesan enormidades estos dos años porque, entre otras cuestiones, sus últimos 100 días tuvieron por marco dos secuestros que han conmocionado a la sociedad y, frente a los cuales, el gobierno (no sólo el federal) ha reaccionado con increíble falta de sensibilidad e impresionante cinismo."


"Que el padre de un muchacho victimado por sus secuestradores lance el desafío a la autoridad de renunciar si no pueden con la seguridad y que, al paso de 100 días, el padre de una muchacha secuestrada más de un año atrás concluya que "no tienen madre", no es síntoma de gobierno."


"Todo lo contrario: es síntoma de desgobierno e incapacidad." Y lo peor de todo es que el difunto Muriño ya lo había aceptado: el Estado no tiene capacidad de garantizar seguridad a sus ciudadanos.


"Grave, lo ocurrido en estos dos años pasados y, peor, lo que ocurrirá en el porvenir", porque el resfriadito podrá convertirse en una pulmonía letal que se anuncia con un número vital para nuestra historia: el 10, como nuestro 10, que no ha sido ni un Maradonna ni un Pelé, si no nuestro Cuauh. Pero Cuahtémoc, el emperador, el penúltimo, al que le quemaron los pies, cuando los tlatoanis eran los únicos que podían hablar y usaban zapatitos de oro para no tocar el piso. Nuestro 10 se anuncia pesado y bárbaro. Y este gobierno, incapaz de entenderlo. Kafka en la orilla del lago de Texcoco, diría Murakami.


"Llama la atención que el jefe del Ejecutivo haga pública, en medio del dolor provocado por la muerte de Juan Camilo Mouriño, la mezquindad y la ruindad que él mismo detecta en su equipo de trabajo y, así, exhiba sin llamarlos por su nombre a más de uno de sus colaboradores. Esa actuación, esa falta de coordinación, esa exhibición revelan una administración rebasada y, sin embargo, no decide de una vez por todas qué quiere hacer del gobierno."


"Si al arranque del sexenio, el calderonismo pretendía recuperar la doctrina y marcar distancia frente a la frivolidad foxista y el radicalismo de El Yunque, ahora entra en conciliación con ellos", ¿A Gómez Mont te refieres Delgado?


"Someter el porvenir a plazos de 100 días o a la calamidad en curso no habla de una nación con un promisorio destino, sino un país que no acaba de encontrar el rumbo".


El mismo Delgado ha dicho "¿lo urgente o lo importante?" Nuestro país perdió el sentido en 1946, cuando se institucionalizó un partido que debía abrirse a la sociedad. No me refiero a que el problema sea el PRI con esa fácil capacidad que tenemos para reificar obsesiones y perturbaciones personales en cosas externas, sean pesonas, ideas u objetos. No. El PRI no fue el problema, sino el problema fue la ambición al amparo de una caterva de individuos consentidos por un presidente empresario. De ahí, nuestra más reciente incapacidad para planear. Desde ahí, el ahorita como la oportunidad para el enriquecimiento personal, la presidencia como negocio o como paliativo a nuestros deseos de engradecimiento y mixtificación con Juan Escutia, auto inmolado y mitologizado por tropezarse con una bandera. Además de las patologías mentales en nuestra "alta" "clase" política.

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